Acontecimiento enmarcado en la Guerra de Sucesión Castellana, cuya resolución diseñó esto que hoy llamamos España.Es el hecho con más significación histórica ocurrido en estas tierras. La proclamación simultánea de Isabel y Juana, su tía, como reinas de Castilla puso sobre la mesa el "casus belli", el motivo sentimental. Detrás, los dos bandos: isabelinos y aragoneses, por un lado, y juanistas, portugueses y franceses, por otro. Muchosnobles castellanos estaban a pillar, a ver que caía. Y otros pusieron sobre el tapete sus cabezas, todo. En todo este enredo, Toro puso su campiña, las tierras de Pelayo Gonzalo, para dirimir con sangre el enredo dinástico y los intereses de la nobleza. El marco, sin duda, tuvo una significación especial.Fue el 1 de marzo de 1476, viernes para más señas. Imagínense el atrezzo: la vega del Duero que se abre tras la lengua de tierra que enseña tímidamente lo que hoy es Granja Florencia, junto a Castro Quemado, en la zona conocida como La Sangradera (hoy término de Peleagonzalo). Dos ejércitos, veintitantos mil soldados, cientos de caballeros, dos reyes: Fernando y Alfonso, un príncipe que después fue rey: Juan; llueve a mares... El choque se produce pasadas las cuatro de la tarde y las acometidas de guerra se prolongan hasta las diez. La lucha a espada es terrible, por su fiereza, por su crueldad. Si, además los lances se multiplican en una noche oscura, es el infierno. Nada puede definir mejor lo que podemos imaginar como el averno que una batalla a puro hierro, sin luz, entre barro y lloviendo a mares.Los contendientes apenas difieren, sólo los gritos de «Viva Fernando» o «Viva Alfonso» marcan algunas diferencias, aunque también son utilizados por los pillos para confundir y usarlos de escudo contra las estocadas ciegas. Cientos de portugueses mueren ahogados al cruzar el Duero por lo que ellos, mal informados, confunden con un vado. El panorama, tras la batalla, hoy sería inaguantable para nuestra sensibilidad.El choque entre isabelinos y juanistas acabó en aparentes tablas, aunque la historia demostró que la victoria cayó del bando de Isabel, reconocida como reina de Castilla en 1479 en el Tratado de Alcáçovas. Muchas son las anécdotas de la batalla, como el del alférez portugues mutilado en sus dos brazos que sujetaba con los dientes el estandarte real antes de ser rematado... O el del obispo de Toledo y el de Ávila, enfrentados y buscándose por el campo de batalla para matarse y tildándose de traidores mutuamente... o el principe Juan sobre una colina encendiendo una hoguera para agrupar a sus tropas... o los portugueses arrojándose al Duero ante el empuje de los que creían sus perseguidores y la negativa de los toresanos de abrirles las puertas pues no sabían quién venía... o que Don Beltrán de la Cueva, supuesto padre de la reina Juana, luchase al lado de Ysabel... o Don Enrique Enriquez, conde de Alba y Liste, tío del rey de Sicilia, Don Fernando, hecho prisionero por meterse sin saberlo entre los portugueses...
Gonzalo Campos
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